En los últimos 30 años, un listado de acontecimientos determinaron el rumbo del orbe, pero uno en especial, llama la atención como hito:

La caída del muro de Berlín.

9 de noviembre de 1989

En la inauguración de la exposición de Berlín Wonderland en el Goethe Institut Mexiko, el pasado lunes 4 de noviembre, el director Rudolf de Baey empezó su charla con las siguientes preguntas:

¿Por qué se construyen muros?

Los países se piensan impenetrables para otras sociedades,

son muros para no salir de un país.

¿Por qué se tiran muros?

Es un momento de liberación,

un momento humano único.

Al ver el soundtrack de esa época, este tenía muchos golpeteos “electrónicos” que acompañaban los movimientos sociales. Sí, la pista de baile era el lugar más democrático, como si los gritos de libertad estuvieran en los beats, en el ruido blanco, esperando la caída del Pacto de Varsovia, y con él, todos los fantasmas que recorrían Berlín, tanques, soldados, autos checoslovacos y claro, el polvo remanente de la segunda guerra mundial.

Berlín, era esa ciudad dónde buscabas la amnistía de la Europa separada por la economía socialista y capitalista, y el muro de 120 kilómetros hablaba de una herida con la carne viva y la música así lo representaba.

“Si el techno se convirtió en la banda sonora del momento excepcional que siguió a la caída del Muro fue por tres motivos: el ímpetu del nuevo sonido, la magia de los lugares y la promesa de libertad que dicha música encerraba”.
Felix Denk y Sven von Thülen, autores del libro Der Klang der Familie [El sonido de la familia]